6/08/2008

HISTORIA DE LA TABLA PERIODICA



En cualquier tentativa de clasificación de objetos, el fin es reunir aquellos que se parecen en algunos aspectos, y separar los que difieren. En cualquier caso real, existirán varios criterios de semejanza: y de acuerdo con el adoptado como base para la clasificación, la agrupación puede diferir, de modo que los objetos agrupados por su similitud en un aspecto, pueden ser separadas si la clasificación se basa en algún otro fundamento.


La mejor clasificación será aquella que reúna las cosas que se asemejan en el mayor número de aspectos. La clasificación de los elementos químicos ha sido desde hace mucho tiempo un tema atractivo. Los elementos han sido clasificados en metales y no metales; en ácidos y básicos, o lo que es lo mismo, en electropositivos y electronegativos; se han clasificado según su valencia y de acuerdo con muchas otras propiedades.


En todos estos sistemas muchos elementos aparecían en más de una clase, o bien elementos con pocas propiedades en común aparecían agrupados. Además las propiedades de los elementos usadas como base de la clasificación pueden variar con as condiciones en las cuales se observan dichas propiedades. El método mencionado en primer término, a saber, la división en metales y no metales, es a menudo conveniente; aunque, como en la mayoría de los sistemas, no es posible hacer una subdivisión exacta. Sin embargo, como una base general, pueden oponerse los metales y no metales de acuerdo a una serie de criterios, entre los que mencionaremos: reacción con el oxígeno y el hidrógeno, solubilidad en ácidos minerales, estado físico, peso específico, conducción del calor y la electricidad, ductilidad y maleabilidad, etc.


Para demostrar cuan difícil es trazar una línea rígida de demarcación entre metales y no metales, observamos que los no metales Arsénico, Antimonio y Teluro serían clasificados como metales si nos basáramos solamente en sus pesos específicos (alto para los metales) y su comportamiento como conductores del calor y la electricidad; por eso algunos introducen una tercera clasificación "los metaloides", para incluir los híbridos, o sea los elementos que tienen a la vez propiedades características de metales y no metales.


Los metales Litio, Magnesio y Aluminio tienen peso específico bajo, los no metales Carbono, Boro y Silicio son menos volátiles que la mayoría de los metales. El no metal Hidrógeno es un buen conductor del calor y la electricidad. Por tanto la división en metales y no metales no constituye sino un sistema grosero de clasificación adoptado arbitrariamente porque es conveniente.En todos los cambios químicos, por lo menos una propiedad permanece inalterada, y los sistemas de clasificación de más éxito se basaron en primera instancia, en esta propiedad, a saber, en los PESOS ATÓMICOS DE LOS ELEMENTOS.


Los primeros esfuerzos en esta dirección fueron dificultados seriamente por la incertidumbre con respecto a los valores numéricos de los pesos atómicos, pero después de aclarar los químicos la confusión asociada con la teoría atómica de Dalton, y de obtener un sistema estable de pesos atómicos, los resultados fueron más prometedores.


Entre 1.826 y 1.829 J. D. Dobereiner observó algunas regularidades entre los pesos atómicos de ciertos elementos relacionados entre sí, pues encontró que la mayoría de los elementos químicamente relacionados presentaban casi el mismo peso atómico (por ejemplo el Hierro, Cobalto y Níquel) o sino exhibían una diferencia constante cuando se disponían en grupos de tres elementos.


Otra característica interesante es que el elemento del medio tenía aproximadamente el peso atómico igual a la semisuma de los pesos atómicos de los elementos del extremo. Estos grupos se llamaron Tríadas de Dobereiner, pero pronto se notó que su lista no era sino un fragmento de una ley más general.Entre 1.863 y 1.866 J. A. R. Newlands publicó una serie de trabajos en que disponía a los elementos en orden ascendente de pesos atómicos, y notó que cada octavo elemento sucesivo era una especie de repetición del primero.


Según Newlands, los integrantes del mismo grupo están entre sí en la misma relación que los extremos de una o más octavas en música, y denominó provisionalmente a esta relación particular LEY DE LAS OCTAVAS.Newlands notó que los elementos que pertenecían al mismo grupo "usualmente" aparecían en la misma columna y declaró que todas las relaciones numéricas que se habían observado entre los pesos atómicos (incluyendo las conocidas tríadas), son simplemente resultados aritméticos que fluyen de la existencia de la Ley de las Octavas. Esta ley de las octavas no llamó mucho la atención, probablemente porque los pesos atómicos erróneos interferían seriamente con la disposición. La ley de las octavas se presentó en 1.866 en una reunión de la Sociedad Química de Londres. Observaciones similares se aplican a algunas publicaciones de A. E. B de Chancourtois, en 1.862, donde también se proponía clasificar a los elementos por sus pesos atómicos.


Una de las dificultades de las octavas es que a partir del calcio los elementos no guardan la progresión regular en su valencia y propiedades de los elementos de las dos octavas anteriores. Newlands no encontró solución a este problema, no previó la necesidad de colocar el elemento en la columna que le correspondía sobre la base de sus propiedades, aunque tuviera que dejar algún espacio vacío, que podía ser ocupado en el futuro.



GINA PAOLA BAUTISTA DUEÑAS

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